dimecres, 12 de març del 2008

las estatuas dan vida a Barcelona

Cuando uno piensa en la ciudad de Barcelona, una de las imágenes más recurrentes son Las Ramblas. La calle es uno de los lugares de obligada visita para los visitantes qe se entremezclan con los autóctonos de la ciudad. Todo ello genera un microespacio (y no sólo por lo comprimido que se camina) en el que la diversidad, en todos los sentidos, es el elemento predominante.

Pero si hablamos de Las Ramblas, nadie puede obviar que lo que hace que sea una zona tan pintoresca y especial son las diferentes figuras y estatuas humanas que hacen el deleite de todos aquellos que no están acostumbrados a verlas.
Ahora es cuestión de valorar si estas estatuas forman parte de la cultura catalana.

En mi opinión, la respuesta a esa cuestión es sí, las estatuas forman parte de la cultura, concretamente de la cultura de masas. La cultura hay que entenderla desde el punto de vista de las sensaciones, de despertar emociones, de no pasar desapercibido, de crear para un público que, en mayor o menor medida, responda emocionalmente ante ese estímulo. No cabe duda que las estatuas inciden en estas características, siendo un rasgo característico de la vida pública barcelonesa. Ya se han convertido en un elemento distinguido dentro de la imagen que en el exterior se tiene de la ciudad.

Además de esto, no sólo podemos quedarnos en este punto superficial, sino que también hay que valorar el acontecimiento desde un punto de vista más interno, desde el punto de vista de los actores convertidos en estatua y la parafernalia que los rodea.
Se podría caer en lo superficial y considerar que no son actores puesto que no realizan ningún papel concreto, simplemente están quietos hasta que alguien les da una moneda para que hagan el movimiento que toque. Aún con esta visión, no cabe duda que se necesita una cierta preparación interior, una metodología para cumplir con el papel asignado de la forma esperada. De todas formas, no quería referirme tanto a ellos como a la escenografía y vestuario que les envuelve. En su interpretación es básico un maquillaje y un vestuario acorde con el papel que representan para dar credibilidad al personaje. Hay que tener en cuenta la cantidad de horas continuadas que tienen que pasar en la misma posición, con pesados vestidos y marcados maquillajes. No todo el mundo podría ser capaz de aguantar en esa situación.

Así que dejando de banda los prejuicios que pueda haber ante el tema, considero que por todo lo que conlleva ser estatua, por las sensaciones que producen entre los viandantes, y por el colorido que le dan a Barcelona, las estatuas de Las Ramblas son, sin discusión, parte de la cultura que integra la ciudad.